Animado por la iniciativa del club, Ignacio Pío Galdós nos comparte sus vivencias de la reciente maratón de Donostia...
El domingo 28 volví a correr una nueva edición de la maratón "de casa", la de Donostia. Ya van unas cuantas, y en ninguna ha habido una previsión tan mala de meteorología, aunque en honor a la verdad, personalmente no me pareció que hiciera tan malo...
Yo iba con el objetivo de bajar de nuevo de 3 horas, pero esta vez no pudo ser. La preparación desde finales de agosto, perfectamente orquestada por el "profe" Artola había ido sobre ruedas, con los fantásticos compañeros de entreno Gari, Santi, Mario, Iñigo, Josean, Usandi, Fidel (compaginando con Berlín...) y el propio Mikel Artola. Calidad, rigor y diversión garantizadas.
Además, los domingos nos hemos juntado varias veces con Ander (alias "Locomotora de Martu"), Iulen, Satxa, Iñaki, Lander, Patxi Irizar (a quien el Ayuntamiento aún busca por agresión a los árboles de Gros...), Xabi, y otros.
Por resumir al máximo mi carrera, iba de cine y cumpliendo de sobra objetivo hasta el kilómetro 33, cuando un espectacular bajón hizo que se me empezaran a subir los gemelos y ya me di cuenta de que bajar de 3 horas iba a ser imposible. Usandi, en bici al lado, me iba animando y dando agua, pero el grupo de la liebre de 3 horas se me iba alejando metro a metro (con Mario, que finalmente llegó por debajo de 3 horas), y los gemelos me dolían cada vez más, hasta el punto de que me di cuenta de que podía quedarme tirado si hacía un mal movimiento o zancada.
Aquí es donde se hace más necesario disponer de planes alternativos al principal por si las cosas se tuercen, y tener algo ilusionante por lo que seguir peleando (y sufriendo...). ¿Qué puede hacerse?
Bueno, no abandonar para...terminar (lógico). Ése era un buen objetivo, terminar la maratón nº 10 de mi vida (la 11ª si tenemos en cuenta el entreno de 42,195 km que hicimos el año pasado, por el COVID). Otro objetivo ilusionante era ser el único miembro del club, junto a Manolo Loro, un auténtico fenómeno, en completar las últimas 9 maratones de Donosti seguidas, sin faltar una (y seguro que él me gana porque habrá hecho más). Otra última motivación era hacer justicia a una preparación tan buena y disfrutada como la realizada en los 3 meses anteriores.
En fin, motivaciones que ya tenía pensadas y preparadas por si no conseguía la "medalla de oro...".
Terminé como pude y pasándolo francamente mal, emocionándome con el espectacular arco de triunfo de paraguas de los animadores oficiales del último tramo del paseo de Errondo, pero completando una vez más el recorrido, al fin y al cabo.
En maratón y en la vida, cuando se puede (a veces no, a veces la cosa es de "todo o nada"), es bueno fijar de antemano objetivos alternativos al que con más deseo pretendemos. Está claro que no ilusionan lo mismo, pero te impiden caer en el desánimo cuando empieza a escaparse el principal, y eso es importante: fracasa el que no lo intenta con todas sus fuerzas, no el que no logra el objetivo que apetecía...
En fin, habrá más maratones para mí y para todos los integrantes de este club. Somos todos extraordinariamente jóvenes, nos quedan lo menos 50 ó 60 años por delante a pleno rendimiento (luego bajaremos un poco, es inevitable...), de modo que en breve nos vemos de nuevo.
¡No queda nada...!