El pasado sábado, día 13 de abril, una nutrida representación del Donostiarrak partía hacia Areso. Modalidades había varias: desde la de los andarines, o los korrikalaris valientes desde Donostia, o lo korrikalaris prudentes desde Andoain, o incluso los que aparecieron directamente a comer.
El punto de encuentro de la mañana era en el bar Elizondo, de Andoain, donde ya se encontraba gran parte de la expedición, tonificándose con un caldo y algún café mañanero. Ya estaba también la juventud ciclista preparada para afrontar los siguientes 26 kms que separaban Andoain de Areso.
Damos la salida y tomamos el camino de la antigua vía del ferrocarril, que atraviesa el valle de Leizarán. Con una ligera, pero continua pendiente, y con un día primaveral envidiable, comenzamos a cruzar los primeros túneles, linternas en mano. El equipo juvenil ciclista nos adelanta bien ataviado con su equipamiento, casco incluido. Con los conocimientos de la zona de Iñaki Arregi, de quien recibimos la historia del lugar, con un Edu Sisti más en forma que nunca, un Josean Soroa que va cuidando de sus tierras, una Marian Piñeiro que no hace más que fijarse en el suelo para no caerse en los túneles y un Miguel Delgado que con su linterna-foco-led último modelo no deja de preocuparse por cada paso que da Marian. Javier Gerrikabeitia no deja metros al líder de la expedición, Xabier Gurrea, que va contando los kilómetros para llegar a Areso. Alrededor del kilómetro 16 nos encontramos con los andarines, que están dando cuenta ya de una tentenpié regenerado, bota de vino en mano.
Seguimos en marcha, tippi-tappa-tippi-tappa, entrando ya en zonas navarras. Unas pequeñas centrales eléctricas nos indican que nuestro destino está cerca, y así es. Alrededor de las 12 llega el grupo de korrikalaris a Areso. 1 hora más tarde lo haría el grupo de andarines.
Una vez en Areso, Iñaki Arregi nos abre las puertas de su casa para que podamos darnos una ducha de agua caliente; esto no tiene precio.
Y una vez ya “limpitos”, vamos a la Sociedad donde nos esperar un hamaiketako de chorizo, morcilla y salda; otro gran detalle!
Para seguir haciendo apetito, la cuadrilla de los jóvenes Gurrea nos lleva a su cabaña secreta, que poco a poco están acondicionando. Con una piscina y una cascada a su vera, el lugar es idílico.
De vuelta de este paseo, con el apetito ya abierto, volvemos a sentarnos a la mesa. Ensalada, una crema de hongos, y el plato: Cordero con Ensalada. Todo ello aderezado con agua, vino, sidra y un cava catalán.
El punto y seguido lo puso Miguel Delgado, cuando sacó su guitarra y comenzó la canturriada que no paró hasta ya tener que retirarnos de vuelta a Donostia. Bixen, como no!, dio el Do de pecho!
En definitiva, una gran jornada, en lo deportivo, gastronómico y social.
Agradecer de primera mano a Iñaki Arregi por su hospitalidad en su casa, a la familia Gurrea como grandes anfitriones, y la familia de Kresala, cuya compañía ha sido inestimable.
Esperamos volver el año que viene, con más integrantes incluso!