El pasado 26 y 27 de octubre se celebraba en Albi, Francia, el Campeonato del Mundo de 24h. El sábado, a las 10,00 horas era el momento en el que Eva Esnaola escuchó el pistoletazo de salida que le mantuvo un día entero en carrera. Una competición de ultrafondo que hizo que estuviéramos pendientes de lo que ocurría en la localidad francesa.
Albi, situada al sudoeste de Francia y a orillas del Tarn, arcillas de cuyo río se utilizaron para realizar los ladrillos con los cuales se construyó la ciudad, ha sido el centro de competición. Ese color rojizo tan característico de sus edificaciones, sumada a su buena conservación, le permitieron conseguir en 2010 el reconocimiento de Patrimonio Cultural de la Humanidad para la UNESCO. Un lugar con mucha historia que ha sido el epicentro mundial del atletismo.
Se trataba de una cita especialmente complicada, ya que tenía unas cuantas horas de competición, cosa que dejaba abierto el resultado y hacía que los favoritos no lo fueran tanto. El físico era importante pero también lo era la cabeza. El circuito de 1.500 metros de longitud alrededor del estadio y campos anexos contaban con todas las facilidades en lo que a avituallamiento y aspectos médicos respecta.
Nuestra compañera Alazne Mujika nos pasó un texto precioso sobre esta carrera y Eva Esnaola… “¿Para qué modificar un escrito tan bonito y emotivo?” me pregunté… por eso, ahí os va, tal cual lo escribió Alazne:
Todos los Donostiarrak sabemos que una maratón no se improvisa y una carrera de 24 horas, mucho menos.
Todo empezó por el mes de marzo, hace ya 7 meses. Eva Esnaola me dice que está barajando hacer “su última” carrera de 24 horas en Albi, Francia, pero que no quiere decir nada, y mucho menos a Idoia. Los días 26 y 27 de octubre se celebrará el campeonato del mundo y podría ser un regalo especial para Idoia vivir esa experiencia desde dentro.
De aquel entreno vuelvo con una tarea: reservar habitación de hotel en Albi. Dicho y hecho. Lo más fácil estaba hecho. El día de la Asamblea del Club Eva me paga la habitación de hotel, no sin antes comprobar que Idoia estaba degustando el extraordinario jamón que Javi, el presi, había traído a la reunión. Quedaba el resto. Casi nada.
Durante los siguientes meses seguimos entrenando. Eva me ayuda a mí a preparar la maratón de Berlín y ella aprovecha los entrenos para seguir haciendo kilómetros. Con la generosidad que le caracteriza, me ayuda con las series, aunque ella no las necesita.
A falta de un par de meses, Eva ya se pone con entrenamiento específico para las 24 horas, como siempre, de la mano de su entrenador, Régulo. Empiezan las tiradas largas, laaargas y las infinitas. Eva decide ya compartir el secreto con Idoia y comienza a acompañarnos en las tiradas largas. Seguro que la habéis visto en más de una ocasión con una bici con la cesta llena de botellines, membrillos, geles y lo que hiciese falta.
Como os podéis imaginar, una carrera así no se trata solo de hacer tiradas: nutrición, estiramiento, masaje, fisioterapia… todo ha sido necesario y llevado a la práctica de manera espartana por Eva.
El resultado ya lo sabéis. 24 horas corriendo con una marca excepcional de 210’030 km. Tercera mujer en la clasificación Open y, porque no había clasificación por edad, que, en ese caso, hubiese sido la primera.
En cualquier caso, para todos nosotros es la CAMPEONA, con mayúsculas. Y, ¿qué os voy a decir de Idoia? Impresionante su trabajo, siempre en segundo plano, pero siempre atenta a todo lo que necesita la corredora.
Cuánto se equivocan quienes dicen que correr es un deporte individual. Esto sí que es un equipo.
Mi máximo respeto, mi máxima estima y mi máximo cariño para las hermanas Esnaola.
¡Enhorabuena Eva (e Idoia, en lo que te toca) de parte de la familia Donostiarrak!