Sirvan estas breves palabras para despedir a un compañero... en definitiva a un amigo.
Todos sabemos lo que une compartir zancadas y quienes lo hicieron con Eduardo, destacan lo buena persona que era y la ilusión que tenía por este deporte que tanto nos apasiona. Se fué haciendo lo que le gustaba y nos dejó con el corazón roto, ese corazón que pese a las dificultades, tantas veces le llevó a meta y que tantas alegrías le dió. Lo intentó, luchó hasta el final como los grandes atletas lo suelen hacer, pero esta vez no pudo.
Seguro que desde donde esté, nos echará una mano cuando lo necesitemos.