Tras muuuchos entrenamientos, algún triatlón en el camino y mucho sacrificio, llegó el día del examen final, el día en el que se estrenaban en una Ironman. Fue el 7 de julio, domingo, cuando Nerea Hermo y Cristóbal Bernabé decidieron aventurarse en un Ironman. Sí, sí… I-ron-man, es decir, 3.860 metros de natación, 180 kilómetros de bicicleta y, como aperitivo final, una maratón, con sus 42 kilómetros y, no olvidemos, con sus 195 metros.
Decidieron ir hasta la cuna de este deporte, a Roth, en Alemania. Les tocó madrugar, nada más y nada menos que a las 2,30 de la mañana. Desayunar, últimos preparativos, los nervios habituales y encima diluviando.
Fueron 4.000 los “pirados” que se plantaron en la línea de salida. A las 7,00 en punto “patos al agua”, porque comenzó la prueba de natación, dentro de un canal, para hacer los 3.860 metros comentados (divididos en 22 grupos, con salidas escalonadas).
Después del mareo, turno de la bicicleta para hacer 180 kilómetros. Al principio la sensación era de un poco de frío, pero allí fueron montados en sus respectivas cabras con la intención de darlo todo. Nos comentan que el circuito era una gozada, el ambiente inexplicable, impresionante… Pero aún y todo, tocó sufrir a partir del kilómetro 120 hasta llegar a boxes...
Tras 7 horas aproximadas encima de la “cabra”, y con las piernas “ligeritas”, les tocaba correr una maratón. Más o menos esa sensación que solemos tener los Donostiarrak en el kilómetro 30, Nerea y Cristóbal la tenían en el kilómetro 4. Se toparon con el muro desde el principio, y las piernas duras como una piedra. A partir del kilómetro 15 cada kilómetro pesaba como una losa… poco a poco, y tirando de cabeza, llegaban los últimos kilómetros. Mientras iban pasando las horas, desde el amanecer hasta el anochecer, incluso había un puesto con frontales… Sacando fuerzas de sentir el final, llegaron… ¡¡¡POR FIIIIN!!! Parecía que no llegaba nunca...
Como bien nos dijo Nerea “una experiencia increíble, para una animalada de prueba… pero hacerla con tu pareja, no tiene precio”.
¡Enhorabuena Nerea y Cristóbal de parte de la familia Donostiarrak!