Nuestro compañero y médico, Joserra Lasarte, nos remite un interesante artículo médico publicado en El Confidencial.
"Te vuelvo a mandar un artículo de “el continental” que tranquilizará a mas de uno del club.
El miedo que tenemos a la artritis de rodilla parece que no es fundado según este estudio y esto es un alivio para nosotros los runnners."
CONTENIDO DEL ARTÍCULO (también lo podéis leer en el enlace, más abajo"):
Correr es bueno para las rodillas: por qué los 'runners' no padecen artritis.
"EL CARTÍLAGO ACEPTA BIEN LA CARGA CÍCLICA"
Es fácil entender por qué se ha creído que correr puede dañar las rodillas, ya que cada zancada ejerce una fuerza balística sobre ellas. La lógica sugiere que aplicar repetidamente esa carga sobre la articulación puede degradar el cartílago protector, lo que conduciría a la artritis.
Sin embargo, muchos de los estudios muestran que, mientras las rodillas estén lo suficientemente sanas como para dedicarse a ello, correr no aumenta sustancialmente el riesgo de desarrollar artritis, ni siquiera cuando hacefooting alguien de mediana edad o incluso mayor.
Estudios al respecto
Publicado en julio, un detallado estudio, que contaba con 75.000 corredores, no encontró “ninguna evidencia de que correr aumente el riesgo de osteoartritis, incluyendo la participación en maratones”. En efecto, los corredores del estudio tenían menos probabilidades de padecer artritis que la gente menos activa.
Lo que seguía resultando misterioso es cómo correr puede combinar un gran impacto sobre la articulación con un bajo riesgo de artritis. Así, un nuevo estudio, titulado “¿Por qué la mayoría de los corredores no tienen osteoartritis en la rodilla?” ha profundizado en el asunto. Investigadores de la Queen’s University (Kingston, Ontario) y otras instituciones han observado qué sucede, biomecánicamente, cuando corremos. Además, lo han comparado con lo que sucede al andar.
Andar se considera una actividad de bajo impacto que pocas probabilidades tiene de contribuir al arranque o a la progresión de la artritis de rodilla. Muchos médicos recomiendan a sus pacientes más viejos que anden con el fin de mitigar el aumento de peso y de prevenir las rodillas chirriantes o frágiles.
Antes de este nuevo estudio, publicado la semana pasada en Medicine & Science, los científicos nunca habían comparado directamente la carga aplicada a la rodilla al correr o andar en una distancia dada.
Para ello, los investigadores reunieron a 14 adultos sanos —corredores aficionados, 7 hombres y 7 mujeres— sin ningún problema de rodilla en su historial. Les pegaron marcas adhesivas reflectantes en piernas y brazos para capturar la moción, y les pidieron que se quitaran los zapatos y anduvieran cinco veces a un ritmo confortable a lo largo de una pista de unos 50 pies de largo. Del mismo modo, los voluntarios corrieron a lo largo de la misma pista cinco veces a su ritmo de entrenamiento habitual.
Cámaras especializadas para capturar el movimiento y almohadillas que medían las fuerzas generadas cuando cada voluntario golpeaba el suelo se encargaron del resto.
Los investigadores usaron los datos reunidos para determinar cuánta fuerza los hombres y mujeres creaban al andar y al correr, así como para observarcon cuánta frecuencia se daba dicha fuerza y por cuánto tiempo.
Correr produce, como era de esperar, un vapuleo. En general, los voluntarios golpeaban el suelo con un peso ocho veces mayor a su peso normal, lo que suponía el triple de fuerza que mientras andaban. Por otro lado, pisaban el suelo con menos frecuencia al correr, ya que sus zancadas eran más largas: necesitaban menos pasos para cubrir la misma distancia. Así, el vapuleo era también menos frecuente al correr, porque el pie estaba en contacto con el suelo durante menos tiempo.
Según los investigadores, el resultado claro es que la cantidad de fuerza que se movía en la rodilla de los voluntarios en una distancia dada era equivalente al correr y al andar. Un corredor generaba un mayor choque con cada zancada, pero daba menos pasos que un caminante, así que en la misma distancia la carga de las rodillas era equivalente.
La opinión de los expertos
Este hallazgo ofrece una explicación biomecánica muy convincente a la pregunta de por qué muy pocos corredores desarrollan artritis en las rodillas, según opina para el New York Times Ross Miller, profesor adjunto de kinesiología en la University of Maryland y director del estudio.
Medidos en una distancia concreta, “correr y andar son esencialmente indistinguibles”, en términos del desgaste y el desgarro que pueden ocasionar en las rodillas.
Es más, el doctor Miller dice que los resultados del estudio sugieren que correr puede potencialmente ser beneficioso contra la artritis.
“Hay alguna evidencia” de estudios anteriores “de que el cartílago acepta muy bien la carga cíclica”, afirma, refiriéndose a la actividad en que la fuerza se aplica a la articulación, se quita y se vuelve a aplicar.
En estudios con animales, dicha carga cíclica motiva que las células del cartílago se dividan y rellenen el tejido, explica Miller, mientras que la carga no cíclica —la aplicación continuada de la fuerza—, con poca pulsación intermitente, puede sobrecargar el cartílago y causar así la muerte de muchas células.
“Aunque es especulación”, afirma Miller. Su estudio no estaba diseñado para examinar si correr puede realmente prevenir la artritis, sino simplemente para descubrir por qué no es una causa frecuente de la misma.
Los resultados tampoco deben animar a correr en pos de mejorar la salud de las rodillas, afirma el médico. Los corredores sufren con frecuencia lesiones de rodilla no relacionadas con la artritis, y este estudio no contempla esas situaciones.
Pero para aquellos que corran y quieran seguir haciéndolo en sus años más canosos, los resultados son reconfortantes. “Sí que parece ser un mito”, dice Miller, que nuestras rodillas forzosamente se desgasten si corremos con frecuencia.